En Sevilla, como en muchas otras ciudades del Estado, los precios de los alquileres e hipotecas han alcanzado niveles insostenibles, superando los previos a la crisis de 2008 y obligando a gran parte de la población a vivir en condiciones precarias o a quedar completamente excluida del acceso a la vivienda. La ciudad que alguna vez fue hogar de miles de trabajadores y trabajadoras se ha convertido en el cortijo de unos pocos, una minoría que saca beneficio limitando el acceso a la propiedad de la mayoría. Cada vez es más difícil acceder a una vivienda digna.

En todo el Estado, la precarización laboral y la falta de rentas dignas hacen prácticamente inasumible el mantenerse al día con el pago de las hipotecas. Concretamente en Sevilla, 1 de cada 4 trabajadores y trabajadoras perciben salarios inferiores al Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que en 2025 es de 1.184 € mensuales distribuidos en 14 pagas. Una situación que ha desbordado las fronteras de la ciudad, haciendo prácticamente imposible para muchas familias acceder a una vivienda en propiedad o mantenerse al día con el pago de sus hipotecas, expulsando a comunidades vecinales enteras de sus barrios hacia zonas cada vez más abandonadas por las administraciones públicas. Zonas de difícil acceso a los servicios públicos de salud, educación y transporte, con cortes de luz en verano, entre otras problemáticas que deterioran la calidad y esperanza de vida de la gente de a pie.

No son pocos los hogares sevillanos que se ven amenazados por el desahucio, y el número de desalojos ejecutados por impago de alquiler aumenta alarmantemente, empujando a las clases populares a la exclusión social y a la búsqueda de soluciones habitacionales no formales. Pero el problema no es solo de los alquileres. Quienes se endeudaron para poder comprar una vivienda se ven hoy atrapados en un sistema de explotación financiera, donde los intereses y las condiciones abusivas de los bancos empeoran aún más su situación. 

Las causas de esta crisis son estructurales y responden a un modelo económico que concibe la vivienda como una mercancía con la que hacer negocio, favorece la concentración de la propiedad en manos de unos pocos y la especulación financiera por encima de las necesidades básicas de la mayoría. Los gobiernos, en lugar de garantizar el derecho a la vivienda como fundamental e indispensable (como la salud, el agua o el pan), optan por liberalizar el mercado de la vivienda y promover políticas que favorecen a los grandes propietarios, mientras abandonan la vivienda pública y los programas de ayuda a quienes más lo necesitan. Ejemplo de ello son las políticas de promoción del alquiler turístico, impulsadas por plataformas como Airbnb, que destinan miles de viviendas en Sevilla a turistas, provocando un aumento de los precios y la «escasez de oferta». Una escasez totalmente artificial, ya que hay alrededor de 25.000 viviendas vacías que ni se venden ni se alquilan; solo están ahí, construidas para catapultar los precios, rompiendo ese viejo cuento de la ley de oferta y demanda.

Hasta que la vivienda no deje de ser un bien sujeto a la ley de la oferta y la demanda para convertirse en un derecho accesible para todo el mundo (como la educación o la sanidad), las personas que vivimos y trabajamos en Sevilla estaremos condenadas a una lucha constante por un techo digno, a la vez que nos vemos empujadas a vivir en condiciones cada vez más precarias.

Ante semejante panorama, hemos decidido decir basta. A lo largo y ancho del Estado se están formando movimientos que luchan porque la vivienda sea un derecho y no un negocio. Por eso, fundamos el Sindicato por la Vivienda de Sevilla, un espacio para revertir esta situación de desigualdad a través de la lucha organizada y la solidaridad entre inquilinas e inquilinos, hipotecados e hipotecadas, trabajadores y trabajadoras, para combatir el enorme desequilibrio de poder que existe entre las clases populares y los grandes terratenientes y bancos. 

Este sindicato busca ser el arma para enfrentar a quienes nos explotan y despojan de nuestros derechos, el escudo que defienda los intereses de su afiliación y el vínculo de colaboración local, nacional e internacional con otras organizaciones que compartan la misma causa. Hacemos un llamamiento a todas las personas de Sevilla, a todas las que temen perder, o no encontrar siquiera, una vivienda digna en la que realizarse como seres humanos. Solo así podremos reclamar lo que nos pertenece: un hogar digno para una vida digna.

Sindicato por la Vivienda de Sevilla


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